viernes, 28 de agosto de 2015

Juremos por amor: capítulo 1 y 2

A partir de ahora iré posteando los capítulos de mi novela: Juremos por amor. Espero poder, pero cada viernes subiré un capítulo. Hoy de yapa les dejo dos. Espero que les gusté y dejenme comentarios para saber que les gusta y así me esfuerzo más en subir los capítulos. Disfrutenla...



Parte 1
Capítulo 1
A veces decimos que las cosas pasan por algo y que si pasan así son obra del destino. Pero hay una fuerza más grande que el destino: el amor. Esta es la historia de Alma Rodríguez, su historia comienza cuando era una adolescente de dieciséis años común y corriente. Todos los días se levantaba de su cama y la hacía en perfecto orden, entraba al baño y se cepillaba su larga y abundante cabellera color castaño claro que le llegaba a la mitad de las espalda, se lavaba los brackets con las esperanza  de que por fin el dentista le dijera que dentro de dos meses por fin se los quitarían, se lavaba la cara y contemplaba en el espejo del baño sus tiernos ojos marrones pensando si por fin hoy Eduardo Domínguez le diría que la quiere, pero sabiendo que mientras la arpía de Patricia Sánchez le rondara por ahí eso nunca sería posible.
Luego de pasarse diez minutos duchándose, se ponía su uniforme bien planchado y limpio, acomodaba todo en su habitación y corría a la cocina a desayunar con su gran familia y cuando digo gran es gran pues la familia Rodríguez era muy numerosa. Roberto y María Rodríguez eran unas personas muy cariñosas y que amaban a los niños, tanto que decidieron tener cinco hijos. Estaban Carlos, el mayor de 23 años; Laura y Micaela, mellizas de 18; luego Alma y por último, Agustín de 10, él más chiquito y consentido de la familia, tanto por los padres como por Alma que se sentía en el papel de hermana mayor ante el único hermano menor que ella.
Los desayunos de esa familia eran totalmente un desquicio. Con horarios distintos, todos yendo de aquí para allá. Roberto Rodríguez debía salir de su casa a las 6:30 más tardar 7:00 am hacia la oficina en donde era Gerente General de una fábrica de Galletitas muy conocida y prestigiosa; Carlos estaba estudiando en la facultad y su horario no era tan estricto así que él desayunaba tranquilo ¿O no? resulta que siempre tenía que ir a buscar apuntes a tal y tal lugar por que se había perdido una clase u otra, entonces debía apurarse para luego poder llegar bien a la facultad, pero siempre llegaba tarde y era un círculo vicioso que no sabía cuando iba a terminar; Las mellizas y Alma iban a la Secundaria juntas, a donde tenían que entrar 7:30 am así que ellas sí desayunaban tranquilas; Agustín iba a la escuela primaria y su madre siempre tenía que acompañarlo a las 8:00 am, pero siempre renegando por que el niño no quería ir al colegio y tardaba, a propósito, en desayunar, en cambiarse, en juntar sus cosas y su madre siempre tenía que estar detrás de él para que hiciera lo que tenía que hacer. La más perjudicada en este asunto del peculiar desayuno era María pues debía levantarse 6:00 am para poder preparar el desayuno para todos ¡Era desquiciante!
Una vez que todo el lío del desayuno era resuelto, Alma buscaba sus cosas preparadas la noche anterior para no olvidar nada y esperaba a sus hermanas a que buscaran todo lo necesario para el colegio a último momento. Más tardar 7:10 am ya tenían que estar saliendo de la casa para llegar bien al colegio. Era una extensa caminata desde su casa en Colegiales hasta el colegio a unas diez cuadras más o menos. Las mellizas no veían la hora de que llegara diciembre y terminaran por fin la escuela secundaria, no faltaba mucho pues siempre de agosto a diciembre el año se pasa rápido, pero para ellas era una eternidad. Por el contrario, Alma  si disfrutaba yendo al colegio pues le encantaba aprender, estar con sus amigas y contemplar desde lejos a su querido Eduardo y siempre se decía "Hoy voy a juntar coraje y le voy a decir lo que siento", pero aunque lo pensara y se lo dijera una y otra vez para si misma, nunca tendría el valor de decírselo.
Sus hermanas reían cada vez que veían las cara de Alma transformarse de la cara de "vamos al colegio" a la cara de "Eduardo te quiero" y luego a la  de " Nunca me querrá".
- ¿Estás pensando en Eduardo no?- Dijo Laura a su hermana, ellas sabían todo acerca de la relación entre su hermanita y el presumido de Eduardo al que todas las chicas le veían algo, pero ellas no, tal vez sería por la diferencia de edad o por que, cuando años antes, a Micaela le había atraído el hermano de Eduardo, Tomás, él la había hecho sufrir mucho y ambas creían o más bien sabían que su hermano menor era idénticamente igual a su hermano mayor.
- Sí, estoy tratando de convencerme  de confesarle o por lo menos acercarme a Eduardo- Dijo Alma esperanzada entre suspiros.
- Alma, ya te dijimos mil veces que ese chico no te conviene por que es una peste presumida.
- Él no es así. Su hermano Tomás si, pero él es distinto. Es dulce, inteligente, lindo y tiene un no sé qué que me vuelve loca.
- Bueno, si. Pero tenés que pensar que a veces la gente no es como parece ser. Por que es muy fácil conocer a alguien desde lejos que conocerlo luego de cerca y darte cuenta que las cosas no son como parecen.- Dijo Micaela que era la más sabia de las mellizas.
- ¿A qué te referís con "de lejos"?- preguntó Alma intrigada. Parecía que su hermana hablaba muy en serio y si así era quería entender bien lo que le decía para no hacer de esta charla algo sin valor. Alma era una chica muy aplicada y valorizaba cada vez que alguien intentaba darle una lección por que sabía que para algo en la vida le iba a servir, más viniendo de su hermana mayor que cada muerte de obispo le enseñaba algo.
- A que vos mirás a Eduardo desde lejos como alguien sin igual, lo idolatrás y lo ves perfecto porque nunca estuviste cerca de él ni mantuviste una conversación ni nada.
- Sí mantuve una conversación con él.
- ¿Cuál? ¿La vez que se olvidaba la mochila y le dijiste "se te olvidó la mochila" y él te dijo "gracias" y se fue?
- Si, hubo intercambio de palabras y a parte por algo se empieza, ahora cuando me ve me registra.
- Si, como la chica que le alcanzó la mochila. Ni tu nombre sabe.- le dijo Laura cruelmente- Me acuerdo la vuelta al colegio después de ese día. Venías con una sonrisa de oreja a oreja y nosotras no entendimos hasta que dijiste "Edu me habló" y nos emocionamos y te preguntamos "¿Qué te dijo?" y saliste con el "me dijo gracias".- Laura se empezó a reír a carcajadas.
- Bueno, fue un avance estaba muy contenta, aunque sea me agradeció.
- Pero vos no te tenés que conformar con "por lo menos me lo agradeció", vos podés aspirar a mucho más que eso, sos una chica muy linda y especial y deben haber muchos chicos interesados en vos y vos pensando en ese tarado que no te merece.- Dijo Micaela en una tierna muestra de afecto que a Laura le revolvió el estómago.
- Lo que pasa es que Edu es mejor que todos esos, él es el más inteligente, el más lindo, el más adecuado para mi, somos tal para cual.
- Te doy un consejo.- Dijo Laura hablando en serio que quería decir que las cosas iban muy en serio y por lo cual Alma escuchó con más atención que nunca.- Primera ley de la electroestática y del amor: Los iguales se repelen y los opuestos se atraen.
- Wow, me sorprendiste ¿cómo sabés la primera ley de la electroestática?- Dijo Micaela sorprendida de verdad por que su hermana aprendió algo.
- Lo que pasa es que como me iba a servir en la vida, eso si me lo aprendí.
- O sea que si me acerco a Edu nos vamos a alejar.- Dijo Alma confundida.
- No boba. Significa que cuando dos personas son muy iguales tarde o temprano si no hay un amor sólido se aburren, en cambió los opuestos se complementan y por eso se atraen más.- Dijo Laura orgullosa de la lección que le enseñaba a su hermana.- ¿Sabés qué?, ojalá que tengas la oportunidad de estar con Eduardo para que confirmes mi regla y ahora separate de nosotras por que ya llegamos al cole.
- Okey, gracias.
Alma estaba muy sorprendida de todo lo que sus hermanas le habían enseñado, pero ella sabía que para toda regla hay una excepción y tal vez su amor con Eduardo podía llegar a serlo.
Entrando en el colegio encontró a su amiga Rocío y ella estaba con un chico muy desagradable. Estaba todo desalineado, con el pelo revuelto, mascando chicle con la boca abierta y una expresión en la cara de "nada me importa". Era morocho, de ojos claros, tanto como ella jamás los había visto. Eran como dos Aguamarinas imposibles de encontrar en ningún lugar del mundo. Sin contar los ojos y la hermosa cabellera lacia que tenía no le encontraba nada atractivo y no entendía que hacía Rocío que era una chica muy educada, tierna, de ojos muy parecidos a los del chico, pero menos deslumbrantes y una cabellera rubia larga y atada con una cinta azul en un moño, con ese chico. Decidió acercarse por que la curiosidad la mataba.
- Rochi- Así le decían todas- ¿Cómo estás? Buenos días.- Ella siempre saludaba simpática y con una gran sonrisa sin importarle mostrar sus brackets.
- Hola Alma, Buenos días. Te presento a mi primo Federico Ramos- Dijo Rocío muy contenta.
- Ah, es tu primo- le dio mucha risa por un lado el hecho de que ella imaginó que era su novio y un poco de embarazo el saludar a ese chico- Mucho gusto soy Alma Rodríguez- Dijo estirando la mano para saludarlo con un apretón pues no sabía si un beso era muy osado o si un saludo a distancia era muy cortante.
Federico levantó la mirada hacia Alma y algo le pasó. Notó que su respiración se aceleraba y que no podía decir nada por que las palabras no salían. Le sorprendió mucho ver a una chica tan linda, su pelo largo sus ojos marrones, eran algo sin igual, pero no podía quedar tan obvio y la saludo con un simple e indiferente:
- Hola- Dijo sin ni siquiera darle la mano.
Alma tomo eso como una grosería y se dio vuelta para hablar a solas con Rocío.
- ¡Qué maleducado! ¿Cómo hacés para soportarlo?- Dijo Alma muy ofendida.
- Lo que pasa es que mi primo conmigo es muy distinto. Es re simpático y muy dulce. No creo que nunca lo llegues a conocer como lo conozco yo.- Dijo muy contenta con el primo que le había tocado.
- No creo que lo quiera conocer de ningún modo. Con solo mirarlo me doy cuenta que somos totalmente opuestos.- Cuando dijo eso una frase vino a su mente: " Los iguales se repelen y los opuestos se atraen". Pero sacudió la cabeza por que no creía oportuna la frase de su hermana pues entre ellos dos nunca habría más que un hola si era que lo saludaría devuelta, por que siendo tan grosero no sabía si quería volver a saludarlo en su vida.
Tocó el timbre de entrada y ambas se despidieron de Federico quien esta vez saludo un poco mejor a Alma pues se había dado cuenta que no le gustó nada su manera de saludar.
Cuando entraron lo primero que Alma vio y que también era lo primero que se puso a buscar fue a Eduardo. Ahí estaba él. Solo, con un libro entre sus manos, repasando a gran velocidad la lección del día, pasando esas páginas como si la acariciara y Alma muriéndose por ser una de ellas. Su pelo rubio y sus ojos color miel resplandecían e iluminaban su alrededor. Cada vez que lo veía, Alma se embobaba y Rocío debía despertarla.
Ese día ocurrió algo muy especial, no sé si se podría decir que ese día a Alma le cambió la vida por completo o si ese día fue cuando toda la historia comenzó, quizás se puede decir que lo que ocurrió ese día fue el primer paso para todo lo que hizo que toda su vida diera un cambio de 180 grados para siempre...

Capítulo 2
Alma por fin se decidió y reunió fuerza para enfrentar de una vez por todas a  Eduardo por más Patricia que se interpusiera. Le pidió a Rocío si le sostenía la mochila, tenía unos nervios tremendos. Eduardo era un año más grande que ella y a ella le había gustado desde el primer momento que lo vio y lo escuchó con su dialecto elocuente. ¿Pero que le iba a decir? ¿Cómo iba a actuar? Obviamente él no sabía que ella existía ¿Cómo se iba  a presentar? Muchas cosas aparecieron en la mente de Alma y ella ya no sabía si seguir caminando o retroceder corriendo y llorando.
Se acomodó su uniforme, respiró hondo por la nariz y lo exhaló por la boca. Empezó a caminar muy despacio y con mucha elegancia. Una sonrisa sin preocupación figuró en su rostro. Cuando estaba por llegar para hablarle, apareció Patricia Sánchez que era compañera de Eduardo y ya casi su novia, al menos que Alma se apurara e hiciera en quizás una semana lo que no hizo en dos años.
Por un momento se detuvo y su sonrisa desapareció por que Patricia tomó la cara de Eduardo entre sus manos y le dio un beso muy, pero muy grande. El interior de Alma se estremeció como nunca antes se había estremecido en su vida. Sintió un fuerte dolor en el medio del pecho y unas ganas de llorar terribles. Era como si todo su alrededor se hubiera derrumbado en un segundo. No sabía qué hacer, si correr, si quedarse parada ahí, si llorar hasta no dar más, si guardar la calma, si tirarse al piso y morirse ahí mismo, no sabía nada.
De repente también en ese momento todo volvió a cambiar. Eduardo tiró hacia atrás a Patricia y le empezó a gritar de una manera que Alma no pensó que jamás vería a su querido Eduardo.
- Loca, ¿Qué te pasa? ¿Quién te creés que sos para venir darme un beso?- Dijo Eduardo a Patricia totalmente enfurecido.
- Bueno, disculpame. Pensé que entre nosotros había algo. Como todos comentaban cosas y vos no las desmentías- Dijo Patricia que no sabía que decirle.
- Si no lo desmentí fue por que no me importa en lo más mínimo lo que la gente opine. Y si hubiera habido algo entre nosotros, que ahora mismo te aclaro que no hay, esas cosas tan delicadas se hablan no hay que ser tan loca, como sos vos para andar por la vida besando a la gente de esa manera.- Dijo ya muy enojado.
De la furia que tenía Patricia salió corriendo y en la furia empujó a Alma y la tiró al piso. Alma no sabía si había sido a propósito o sin querer, pero ella no le pidió perdón ni nada, la dejó tirada en el piso como si nada hubiera pasado.
- ¿Estás bien?
Alma levantó la cabeza y no sabía si estaba soñando o si de verdad estaba despierta. Eduardo le estaba dando la mano para levantarse. Alma quedó totalmente atónita, no sabía qué hacer, qué decir, se decía a si misma “decí algo inteligente y rápido”.
- Me golpeé un poco la cola- Dijo inocentemente sintiéndose muy estúpida. Eduardo se rió y la ayudó a levantarse. Alma aún vacilaba en si era verdad o si todo era uno de esos hermoso sueño que tiene todas las noches en donde Eduardo y ella están juntos para siempre.
- Disculpá a Patricia es media loca y un poco impulsiva.- Dijo Eduardo muy bueno y muy dulce ayudándola a sentarse en la escalera. Podría haberla ayudado a levantarse e irse, pero decidió quedarse con ella ahí.
- Si me di cuenta, pero... ¿Ustedes no estaban por empezar a salir?- Dijo Alma para empezar algún tema de conversación.
- No, en ningún momento yo dije que Patricia me gustaba, es más hoy en día no me gusta ninguna chica, no veo que ninguna sea lo bastante interesante para mi- Dijo Eduardo medio bajoneado.
- Bueno, pero tampoco conocés a todas las chicas del colegio- Dijo Alma queriéndole levantar el ánimo y de paso promocionándose ella
- Tenés razón, pero no sé tu nombre ¿Cómo te llamás?
- Me llamo Alma, soy de tercero. Soy hermana de las mellizas de quinto, compañeras de tu hermano.- Decía Alma para tratar de afianzar conocimientos y que no se olvidase de ella.
- Ah, si, ya sé. Te parecés mucho a ellas. En especial en los ojos. Tenés ojos muy bonitos ¿Lo sabías?
Cuando Eduardo le dijo eso, Alma casi se muere. ¡Eduardo le dijo que tenía ojos lindos! ¿Qué más pensaría de ella?, se moría por poder leer su mente aunque sabía que eso era tan imposible como aprender a volar. Pero debía continuar la conversación y no podía seguir delirando despierta. Lo mejor sería seguir con los cumplidos.
- Gracias, pero tus ojos son más bonitos que los míos, pero seguro que ya muchas chicas te lo han dicho.- Dijo Alma tratando de parecer humilde, aunque ya lo era bastante.
- En realidad, nunca se fijan en mis ojos, les importa más otras cosas que mis ojos o mi personalidad y eso me revienta- Decía con una expresión sombría en su rostro. Alma no podía entender lo que estaba pasando. Eduardo estaba compartiendo con ella tiempo y se estaban confiando cosas el uno al otro ¿Sería este el principio de una amistad y luego de un amor? ¡Ah! Era como un sueño hecho realidad, pero debía concentrarse en la conversación y en alentar la amistad que estaba naciendo.
- Pero, ¿Por qué eso? Si tus ojos y tu personalidad son increíbles. No hay muchos chicos lindos y encima inteligentes y sensibles en el mundo, es todo un sacrificio encontrarlos.  Lo que pasa es que esas chicas no saben valorarte de verdad, pero no te preocupes, ya vas a encontrar a la persona indicada que te valore por quien sos y no por como sos.- Cuando termino de hablar, Alma sintió mucha vergüenza por que por un pelito y le decía lo que sentía sin miramientos. Se había pasado de la raya y había empezado a soltar todo lo que su corazón le decía. ¿Y ahora que pensaría Eduardo? ¿Se habría dado cuenta que gusta de él?
- Es muy hermoso eso que me decís. Sabés que tenés razón, en algún momento va a aparecer esa persona que me valores por quien soy. Gracias sos muy dulce y muy sincera.
- No, gracias a vos por ayudarme a levantarme y quedarte conmigo aunque no tenías que hacerlo, sos muy considerado.- Alma parecía una chica normal ante Eduardo, pero en el fondo estaba llena de alegría y no podía creer todo lo que le estaba pasando, era algo mágico. Pasó todo en un día y en un momento. Tenía ganas de gritar a los cuatro vientos que sentía, pero no podía, debía ser cuidadosa e ir despacio para lograr conquistar el corazón de Eduardo.
El timbre tocó y se despidieron y cada uno se fue a sus respectivas aulas. Uno muy contento pues había hecho una amiga nueva y otra con el corazón que le daba saltos y no corriendo, flotando por salón de clases y pensando que todo lo que ella soñaba no estaba tan lejos como pensaba.
¿Y ahora que pasaría? ¿Sería posible que su amado Eduardo le correspondiera? Sonó el timbre del recreo y Alma salió contenta. Mientras salía, Eduardo le pidió que lo acompañara a un lugar a conversar por que debía decirle algo muy importante. Alma iba a cada paso más contenta y más ilusionada. Él la tomo de la mano y ella se sintió en el cielo, su piel tocaba la suya, su sensación era muy cálida y muy suave. Le pidió que se sentara en el último escalón del piso más alto del colegio. Alma tenía la sensación de que algo sucedería, pero no sabía qué. Eduardo la tomó de la mano y le dijo al oído:
- Cuando dije que eras una chica muy linda, lo decía de verdad- El sonido de la voz de Eduardo en su oído la hizo estremecerse, pero en el buen sentido.
- ¿A qué te referís con eso?- Le dijo Alma muy nerviosa.
- A que me gustás y mucho. Son una chica sencilla, tierna y muy hermosa y me siento muy mal por no haberte visto antes.
- Vos también me gustas, siempre me gustaste- Alma lo abrazó y no sabía que sucedía, pero le encantaba.
- Ahora, lo que yo te quiero preguntar es... si vos... querés- Eduardo titubeaba pues también estaba muy nervioso- Si querés ser mi novia.
- ¡Si! ¡Si! Y mil veces ¡si!
Cuando Alma dijo esto, el timbre sonó y para ese momento se dio cuenta que todo había sido un hermoso sueño y que lo único que había pasado era que se había perdido la hora de Matemática.
¡Qué decepción! ¿Cómo podía haber perdido una hora tan importante como matemática? Igual ahora venía una hora libre por que la profesora de Historia se había jubilado y no habían encontrado un reemplazo. Pero su deducción había sido errónea. Un profesor nuevo había entrado a su curso y con solo verlo ya daba miedo. El profesor se llamaba Matias Pérez  y tenía la expresión más seria que Alma había visto en su vida. Sus ojos mostraban rabia y furia, no había ni un milímetro de sonrisa en sus labios y su cuerpo era rígido y recto, tanto que parecía que si se caía, le dolería más al suelo que a él.
- Buenas días alumnos, mi nombre no les incumbe y de la única forma por la cual pueden llamarme es Profesor. Nada de profe ni de tutearme, señor profesor para ustedes. Otra cosa, sé muy bien que son un grupo de ignorantes y de insulsos jóvenes que pierden el tiempo en la música y en el Internet, pero mi función aquí será convertirlos en un poco menos ignorantes de lo que son.
Esos comentarios hirieron y enfurecieron a Alma que una de las cosas que más odiaba era que la subestimaran. Odió a ese hombre desde el primer momento que lo vio y si había algo en lo que Alma no era buena era en cambiar de opinión acerca de lo que pensaba de la gente. Y cuando alguien como ese “Señor profesor” aparecía en su vida, ella haría todo lo posible para hacerle la contra. Si él pensaba que eran ignorantes, ella le demostraría que sabía y cuando se proponía algo como eso lo cumplía tan al pie de la letra que hasta sabría más de lo que sabía él mismo o le demostraría que el ignorante sería él, no sabía en qué, pero lo humillaría como a nadie.
- Señorita, dígame su nombre, para qué viene al colegio y que va hacer de su vida después del colegio.- Dijo el profesor malvado a Alma.
- Bueno, mi nombre es Alma Rodríguez, vengo al colegio por que quiero y me gusta aprender y ser cada vez mejor en la vida, además para lograr pensar y desarrollar mis sentimientos y valores. Me gustaría enseñar en la secundaria, pero aún no me decido que materia por que no hay una que me guste más que otra.- Dijo Alma lo más seria que estuvo en toda su vida.
- O sea que desea enseñar, pero aún no sabe qué, y me quiere decir con qué pasión enseñará si no desarrolla un gusto excepcional por una materia. Mejor quédese en su casa atendiendo a sus hijos y marido y le hará un mayor bien a este país.
El comentario que le hizo le revolvió el estómago a Alma y no pudo evitar contestarle.
- Mire “PROFESOR”- resaltando esta última palabra con mucho ímpetu- Yo soy dueña de hacer de mi vida lo que a mi se me plazca y no voy a tolerar que usted que para mi es un extraño pues es la primera vez que lo veo en toda mi vida, me diga lo que tengo que hacer o no hacer en mi futuro. Mejor piense bien si usted eligió su profesión bien por que me parece que con su pensamiento machista y de repulsión ante los jóvenes no podría enseñarle más que a un grupo de soldados del ejército.- Luego de decir todo esto, Alma se sintió un poco mal por que se la había ido la mano, pero bueno, era lo que en realidad pensaba.
- No puedo creer que una alumna me trate de esa manera, pero se lo voy a permitir por que así como fui sincero con usted, por esta ves puede ser sincera conmigo pero que no se repita por que usted es alumna y yo soy profesor.- Al profesor le costo mucho decirle todo esto a Alma pues algo en lo profundo de su corazón se retorció pues le recordó a alguien de su pasado, pero no podía recordar bien a quién, pero que ahora, por ahora no viene al caso.
La clase fue totalmente insoportable y no sabía como lo toleró, pero por fin, y en la realidad, tocó el timbre del recreo.
Alma salió muy contenta junto con Rocío y con la esperanza de que su sueño se hiciera realidad, pero cuando Eduardo pasó por al lado suyo lo único que recibió fue un “Hola”.
- Bueno por lo menos ahora me dice hola- Decía Alma contenta, pero a la vez un poco decepcionada.
- ¿Por lo menos? Vos no tenés que aspirar a un por lo menos, vos tenés que aspirar a un “lo voy a lograr”, corré ya y empezá una conversación con él, no sé buscá cualquier excusa, ¿Yo que sé? Hablale de algo que haya quedado pendiente de la charla de hoy, pero rápido- Le dijo Rochi siempre apoyándola con su amor que ya no era tan imposible.
Alma corrió como nunca en su vida y mientras lo hacía, pensaba en algo para poder conversar con Eduardo. Tanto pensó, tanto corrió que se tropezó y prácticamente lustró todo el suelo del colegio con su pulcro uniforme que ya no estaba tan pulcro.
- Siempre nos encontramos en el piso- Cuando Alma escucho esa voz, ya no le dio tanta vergüenza estar en el piso tirada. Sin darse cuenta tenía la excusa perfecta para volver a hablar con él.
- Si, ¿No?, Hay me duele un poco las rodillas- Mintió- Creo que fue por el golpe.
- Bueno, dejame que te ayude a sentarte un rato- Él le volvió a extender la mano como había ocurrido a la entrada y se sentaron devuelta. A ella se le movía todo por adentro cuando él se ponía cerca de ella.- Ahora decime, ¿A dónde ibas tan apurada como para correr a esa velocidad?
Alma no sabía que decir, por que si le decía la verdad iba a quedar muy obvia y no se le ocurría nada. De pronto una idea surgió en su mente.
- Lo que pasa es que iba al curso de mis hermanas a buscar una calculadora para la hora de física, pero iba distraída por que estaba pensando la excusa que les iba a decir para que me la presten, por que conociéndolas no me la van a querer prestar.
- Yo tengo una solución mejor- Dijo Eduardo muy divertido.
- ¿Cuál?- Dijo Alma de la misma manera.
- Se la pedís a un buen amigo tuyo que es muy atractivo que ya te ha salvado de varias caídas que te han ocurrido hoy que estoy completamente seguro de que va a estar encantado de prestártela sin problemas.
- ¿De verdad?, ay, sos tan dulce, me re salvaste por tercera vez en un día.- Dijo Alma como si en realidad necesitara la calculadora y muy contenta de que él ya la considerara su amiga.
- Bueno, pensá que vos hoy me dijiste muchas cosas que me levantaron el autoestima y que pensé que nadie creía de mi.- Dijo Eduardo muy agradecido.
Ambos fueron juntos al aula de él y le dio su calculadora. Alma se sentía en un sueño casi irreal. En un día había hablado con Eduardo, se había hecho amiga de él y, encima, él mismo le prestó algo. Todo lo que ella había soñado alguna vez le había ocurrido en un solo día.
Fue contenta a su aula, después de un largo, sensible y, sobre todo, amoroso recreo. Rocío no podía creer el avance que había logrado su amiga. En un día obtuvo la confianza que  no había tenido nunca desde que la había conocido. Estaba muy orgullosa de ella y rogaba a Dios que por fin esta vez tuviera suerte.
- Acordate que hoy vas a mi casa a dormir- Dijo Rochi a Alma.
- Si, obvio, ¿Cómo no me voy a acordar si lo venimos planeando desde hace una semana?- Dijo Alma muy contenta y a la vez muy extrañada.
- No, lo que pasa es que como estas en la novena nube de Valencia pensé que se te había olvidado- Dijo Rocío bromeando con el estado de ánimo de su amiga y su gran sonrisa la cual se había dibujado instantáneamente desde que Rochi había pronunciado esa oración acerca de lo que le había sucedido en ese día. Alma reflexionaba y se tildaba pensando en todo lo que aún podía llegar a pasar entre ella y Eduardo.

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