sábado, 11 de febrero de 2012

BAJO LA LLUVIA

“Que lindo es verlo”, pensó al salir del trabajo y ver los nubarrones negros sobre ella. No llevaba un paraguas por que no parecía que iba a llover cuando salió de su casa a la mañana. La lluvia no la asustaba tampoco, es más, hasta le parecía romántico.
Lo vió y lo besó como venía haciendo las últimas veces que lo había visto. Empezaron a caminar juntos abrazados sin prestar atención a la tormenta que los venia persiguiendo. Así fue como con tan solo caminar unas pocas cuadras se abalanzo sobre ellos una tormenta difícil de explicar. Comenzó liviana pero se intensificó como si quisiera comerse al mundo entero.
No se preocuparon por que pensaron que seria una simple lluvia de verano, pero cuanto más llovía más comenzaban a imaginar lo contrario. Corrieron bajo un toldo pues en Puerto Madero no hay muchos techos donde refugiarse. Allí se quedaron abrazados esperando a que parara un poco, a ella le llego la risa por que le parecía cómica la situación. Eran dos seres cubiertos por el agua de la lluvia, dos seres que se miraban y se hablaban muy cerca por que el ruido de la lluvia lo ocupaba todo.
Cuando ella creyó que esas cosas solo pasaban en las películas, ocurrió algo realmente hermoso: un beso bajo la lluvia. ¿como es me dirán? Para ella fue hermoso, no tanto por la lluvia, simplemente por que la estaba besando él. Sus besos era tiernos, dulces, perdía el tiempo y el espacio. Los labios de él sobre los de ella y el sonido de la lluvia era lo único que sentía en su interior.
Toda la tarde llovió, toda la tarde bajo el techo esperando un milagro que sabían que no iba a pasar. Cambiaron de techo, volviéndose a mojar completamente. Se abrazaron para evitar el frío, ella en sus brazos jamás tenía frío. Descubrió un lunar en su espalda al abrazarlo con la remera mojada, es algo le gusta recordar. Siguieron besándose, riendo y abrazándose pero aunque no querían mirar la hora, el tiempo cruel corría tanto como las gotas de lluvia. Era tiempo de terminar la escena y volver a sus ordinarias vidas.
La acompañó hasta el colectivo que la llevaría hasta Retiro. Al comenzar a caer en la realidad el frío los azotó, pero no necesitaron abrigos pues se tenían el uno al otro. Ella se sentía protegida, si bien temblaba, su corazón se sentía calido, feliz.
Se despidieron con un beso antes de subir al colectivo, a veces ella sentía que ese pequeño beso nunca reflejaba lo que lo iba a extrañar hasta que lo volviera a ver. Subió feliz al colectivo y de ahí al tren donde no pudo evitar enviarle un mensaje. "ya estoy en el tren, me divertí muchísimo. Besotes". Al rato recibió algo que la hizo sonreír. Además de perdones por la lluvia y que él también se había divertido le escribió "gracias por ser como sos". Es una frase que le retumba en la mente todavía. Ser como era no era esfuerzo si se sentía feliz y cómoda con quien estaba a su lado.
¿Por que cuento esta historia? Por que a veces bajo la tormenta más inmensa en un lugar inhóspito, dos personas pueden vivir las horas más felices mientras estén juntos.

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